El plan de estudios que usted
propone está muy bien.
El plan de estudios que usted
propone se basa en un cronograma, semana a semana, durante catorce semanas y
media de las cuales debemos restar un puente y un día festivo. Así que son
catorce semanas menos un poco pero no sabemos bien cuánto porque igual usted
decide llegar una hora tarde alguno de estos días y se le descuadra un poco.
El plan de estudios que usted
propone contiene teoría y práctica, pero ya se sabe, siempre un poquito más de
historia, de teoría, que de práctica. Porque total, la práctica en realidad la
vamos a aprender cuando salgamos de aquí.
De aquí, de la universidad, de
aquí, de Madrid, de aquí, de España.
El plan de estudios que usted
propone no tiene ningún sentido si no dedicamos un mínimo de tres coma catorce
horas semanales a su asignatura. Porque la enseñanza en general y universitaria
en concreto no tiene ningún sentido si no leemos textos que hablen de todo lo que pasó antes
de los años 50.
Porque del resto no hay perspectiva temporal suficiente como para comenzar a analizarlos y no nos sirve para nada conocer lo actual si no sabemos su base histórica, que nadie aún nos ha contado.
Porque del resto no hay perspectiva temporal suficiente como para comenzar a analizarlos y no nos sirve para nada conocer lo actual si no sabemos su base histórica, que nadie aún nos ha contado.
El plan de estudios que usted
propone contiene una bibliografía muy extensa que podremos encontrar sólo y
exclusivamente en la biblioteca de esta universidad, porque no podemos
pretender sacarnos una carrera universitaria en tal universidad de tal
prestigio con archivos sacados de la red, y porque no podemos tampoco pretender
sacarnos una carrera universitaria en tal universidad de tal prestigio sin leer
textos y analizarlos y empezar muchos documentos de Word con la frase “el autor
defiende que”.
Y no el autor defiende de que.
Y no el autor defiende de que.
El plan de estudios que usted
propone, déjeme decirle, no es plan ni es de estudios, porque le fallan algunas cosillas insignificantes.
El plan de estudios que usted
propone parte de la base de que absolutamente todos los que estamos en este
aula tenemos un exagerado interés por su asignatura. Cosa con la que usted no
debería contar, porque esta asignatura la cursamos por obligación y no por
voluntad propia. Como todas las demás.
Porque en esta carrera no
conocemos lo que se siente al elegir una asignatura por voluntad propia.
Porque, claro, eso nos diferenciaría demasiado y nos daría una formación
demasiado específica y no es lo que estamos persiguiendo.
Al plan de estudios que usted
propone, le faltan unas gotitas de motivación y un puñado de interés. No sólo
por nuestra parte, sino principalmente por la suya.
Plantéeselo un momento.
El plan de estudios que usted
propone debería proponérselo a usted mismo primero. Y luego, verlo como un
reto. Un reto para convencernos de que realmente su plan de estudios es el mejor. Y si quiere convencernos de que su plan de estudios es el
mejor, debe primero convencernos de que su asignatura es la mejor.
Cosa que no debería resultarle
difícil si usted mismo cree en ella. Ya sabe, transmitir un poco de pasión por
el asunto, entusiasmo, interés y ganas por hacer lo que hace y convencernos
para que lo hagamos nosotros también, con al menos la mitad de su interés y de
sus ganas. Porque de eso se trata al fin y al cabo, de que nos guste lo que
hacemos, creía yo.
Pero si usted mismo no cree en
ello, incluso si usted mismo sabe y reconoce que no le gustan los contenidos o
directamente la docencia, dé la partida por perdida. No será el primero ni el
último. Proyecte cuatro power points facilitos, haga un examen de risa y
apruébenos a todos con nota. O mucho mejor,
dedíquese a otra cosa.
El plan de estudios que usted
propone está muy bien, de verdad.
Sólo le falta creérselo.
Ese es el problema de la educación en España: ni los mismos profesores creen en su trabajo. Es triste, pero es así. Sin un profesor que te motive es muy difícil entrar en el aula con ilusión y si la materia no te llama especialmente, todo se hace insufrible... Otra manera más de la sociedad de convertirnos en borregos obligándonos a sentarnos horas delante de un profesor que ni profesa ni enseña.
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