viernes, 13 de diciembre de 2013

Jamie Cullum, la noche que cumplí un sueño

Llevaba todo el día eufórica, el 27 de noviembre había llegado, después de años persiguiéndolo y después de meses con la entrada. 
Kat Edmonson, artista invitada, tenía una voz increíble (muy recomendable) y un español muy gracioso, pero nos hizo sufrir un poco la espera.  Yo todavía no era consciente de que en unos pocos minutos estaría a unos pocos metros de ese que llevo escuchando desde los trece o catorce años.



Salió. Salió a las nueve, puntualidad británica, y lo primero que cantó fue The same things, no es una de mis favoritas pero fue suficiente para empezar a saltar y a creerme lo que estaba pasando. Una de las primeras cosas que hizo fue cargarse una baqueta y soltar un HOLA MADRID en mitad de la canción. 

Lo tengo todo un poco borroso, me parece como un sueño que todavía no he terminado de asimilar. Pensé que no grabaría mucho durante el concierto para disfrutarlo bien, para fijarme en cada detalle y luego visualizarlo cuando volviese a escuchar las canciones. Pero como siempre, fue inevitable… yo le daba al rec y dejaba de preocuparme por la cámara, lo que saliese salió. Y lo que salió, es suficiente para revivirlo. Y suficiente para que me fijase también en los detalles.

La primera vez que escuché Momentum pensé que no era un discazo, al principio, hasta que escuché Who would save your soul. Y es que todo, o casi todo, lo que ha hecho este hombre en su carrera musical, me alucina por LAS GANAS y LA MOTIVACIÓN, por lo feliz que es haciéndolo, porque le gusta y porque lo vive, y porque, hostia, además de eso, y siendo objetivos, tiene un talento que flipas. Es un genio.  Y eso es así. Y que alguien se atreva a discutírmelo.
No sé cómo contarlo. A este hombrecillo lo conocí en 2005 o por ahí y llevo desde 2008 persiguiéndolo. Cuando hace menos de una semana cantó a unos pocos metros de mí canciones de los primeros discos rodeado de unos pedazos de músicos que se marcaban unos solos increíbles… yo pensaba “cuántas veces habré cantado esto en mi cuarto con mi equipo de música” y en Torre, no en Madrid. Cuántas veces me inventaba el inglés, y qué ilusión cuando me aprendí aquello de twentysomething y empecé a entenderlo todo. Porque está el inglés americano, el inglés británico, y luego el inglés de Jamie Cullum. Un acento maravilloso, dicho desde el fanatismo más absoluto.

La de veces que me he visto el DVD del Blenheim Palace y todavía no me he cansado. El único del que tengo todos los discos originales. La persona más entusiasta y apasionada que he visto nunca delante de un piano. 


El ejemplo de que se le puede dar la vuelta a todo lo que me decían en el conservatorio, que se puede hacer absolutamente todo lo contrario y los resultados pueden ser geniales.

Yo no podía dejar de cantar, aunque no me supiera muy bien las nuevas. No podía dejar de saltar. Qué euforia, qué adrenalina, qué energía, qué no parar, escenario parriba escenario pabajo, subirse al piano, saltar desde el piano al suelo y seguir cantando, correr, saltar, cantar entre el público, cantar encima de la barra, utilizar el piano de percusión, beatbox, pedales, cuerdas, tirar el taburete del piano lejos y seguir tocando mientras baila, porque no-se-puede-estar-quieto. Y menos mal.


Sólo cuatro músicos pero un montón de instrumentos. La Ser es de las pocas que ha hecho crónica y dice que dio una clase de excelencia musical, que “Cullum igual clava ocho escalas cromáticas seguidas al piano que se sube a la barra de las bebidas para guiar a sus compañeros saxo y trompeta”. 


En pitillos y camiseta, aparentando sus twentysomething que pasó no hace tanto tiempo, la gente le gritaba desde ‘eres grande, pequeño’, hasta i love you jamie. Y a esa última contestó con un I love you too en mitad de una canción.

Se metió a la gente en el bolsillo en la primera canción. Y cuando ya creíamos que lo ha hecho todo, se pone a cantar trocitos de canciones que suenan en las radios, un wake me up when it’s all over, un royals o un get luckyY es que, desde la más absoluta subjetividad, con esas manos, ese piano, y esa voz, puede hacer y hace lo que le da la gana. Por muy flipao que suene, es complicado de explicar. 

Presentó a los músicos y le cantamos cumpleaños feliz al saxo, le cantamos cumpleaños feliz a otra del público, luego estuvo piropeándonos, adorando Madrid un rato y contando en su perfecto inglés que había pasado algunas de las mejores noches de su vida aquí, porque la fiesta nunca acaba, porque la última nunca es la última y siempre hay otro sitio donde ir. ¿Y trabajáis al día siguiente? Gente: síiiii. Jamie: ¿Pero y no tenéis resaca? Gente: Síiii. Jamie: I love Spain! 


Le sacaron una pancarta, que él cogió, que decía You are not a musician, you are a magician. Ahora escucho las canciones desde el disco y me parece que canta un poco sin ganas. Y eso que siempre pensé que era la persona que más alma le ponía a todo en grabaciones de estudio. 

Pues qué manera de dejarse la piel en cada nota, en el escenario todavía mucho más. Twentysomething fue una pasada con unos solos impresionantes, All at sea nos dejó cantarla a nosotros, cada vez tocaba más flojito hasta que dejó de tocar y nos miraba y nos escuchaba medio emocionado. Porque España también sabe cantar en inglés! When I get famous la explicó y luego la vivió de una manera flipante, ahora me gusta el triple, Pure Imagination fue muy emocionante, pero no más que Gran Torino, que fue la última y yo ya quería llorar. 2500 personas en silencio absoluto. 

Save your soul, Take me out, Everything you didn’t do, I’m all over it, Don’t stop the music, cómo no… I’m all over it, These are the daysY lo que pasó con Mixtape ya no hay manera de contarlo. Ahí ya La Riviera entera saltó como no había saltao en todo el concierto.  

Y él decía cuento a cuatro y saltáis muchísimo ¿vale? Y la gente ya no podía aguantar y todos saltábamos eufóricos. Y él... NOT YET! NOT YET! ¿¡Pero cómo not yet!? 




(Grabé más, lo iré subiendo poco a poco) 

Yo qué sé, lo feliz que fui no se puede contar. Lo mejor de esto es que ahora cuando Jamie está en mis cascos, yo vuelvo a estar en La Riviera, escucho a la gente emocionada, lo veo a él y veo a los músicos, saxo en mano, y casi vuelvo a saltar.

Terminó. Los minutos y los segundos no pasaron más lentos. A las once estaba tocando, y a las once y diez ya no. Y hasta la próxima.
Yo estaba casi sin voz. Afónica pero feliz. 

Compré el póster de la gira que vendían firmado pero yo lo quise sin firmar, porque quién sabe. Y nunca lo habría esperado salir, esta gente salen por la puerta de atrás y no te enteras y has esperado para nada, nunca se sabe. Pero fue fácil convencerme para hacerlo. De un aforo de 2500, había 20 personas contadas –casi ninguna de Madrid- que a las 23.30 estaban en la puerta esperándolo. Y a las 12, y a las 12 y media, y a la 1, seguíamos siendo los mismos 20.


Salieron los músicos, nos hicimos fotos con los músicos, nos daban las gracias y sonreían mucho, volvimos a cantarle cumpleaños feliz al saxofonista, esta vez en español, y se metieron al autobús enorme donde llevaban, supongo, medio escenario a cuestas. Just 15 minutes more, please, dijo un tío que entraba y salía.

Pasaron 15 minutos –llevábamos dos horas como a un grado esperándolo- y salió. 

Lo primero que dijo, con una sonrisa de oreja a oreja, fue un thank you for waiting. 

Y yo en dos horas no había planeado qué quería decirle porque creo que nunca pensé que fuese de verdad a tenerlo tan cerca. Fuimos todos muy fans pero todos muy controlados: la gente le pedía fotos, firmas, abrazos, besos,  pero todo muy moderado y educado. Él no se dejó a absolutamente a nadie, y hasta mordió entradas a petición de fans. Le hacían fotos mientras firmaba y él decía hang on hang on, i look up i look up. Y se ponía para las fotos.

Dijo un who’s next? Y a mí se me había olvidado todo el inglés que sé cuando me tocó pedirle una foto y que me firmase el póster. Dijo of course! a lo de la foto, y mientras firmaba yo le decía amazing concert, amazing, thank you so much. Y él respondía con un it’s been a pleasure, thank you, you’ve been a great audience. El que podemos decir que es mi mayor ídolo musical, me lo estaba diciendo a mí, y lo tenía a menos de un metro. Nos hicimos la foto, que quien la quiera ver está en facebook, y super agradecido se fue, y super felices nos dejó. 

Luego mientras entraba al autobús decía adiós con la mano, seguía diciendo thank you guys, thank you, good night, mientras nosotros medio gritábamos come back soon y el se reía.




I remember you and I start to smile, que dice la canción. 

Y habrá quien me llame exagerada y habrá quien me llame flipada. Pero ilusionarse tanto por algo y llegar a conseguirlo... es cumplir un sueño ¿Sabéis lo que se siente cuando se cumple un sueño? ¿Sabéis lo que se siente al ver en directo, después de años, a alguien a quien admiras tantísimo? Yo ya sí :) 

(4/12/2013)

1 comentario:

  1. Celia, la música es magia y ´tu eres música, así que no creo que nadie que te conozca y lea esta entrada (e incluso si no te conocen) crean que estés así de loca por nada :)

    ResponderEliminar