sábado, 8 de marzo de 2014

Tú allí, y así, y yo aquí, y así.

Yo estoy hablando con alguien y estoy en mi cama entre sábanas medio dormida con luz medio apagada, en silencio, sin gafas e intentando que no se me salga ni una mano del edredón.

Pero delante tengo una pantalla.

Y al otro lado de esa pantalla, a lo mejor tú estás en mitad de la gran ciudad, rodeado de coches, ruido, frío y gilipollas que no dejan de hablar de tonterías a tu lado mientras esperas un autobús que no llega.

Y estamos teniendo la misma conversación.

Tú allí, y así.

Y yo aquí, y así.

Y a lo mejor yo te imaginaba en una situación parecida a la mía, lo que convertiría todo en una conversación más íntima. Más nuestra, yo qué sé.
O a lo mejor tú, me imaginabas en una situación parecida a la tuya, lo que convertiría todo en una conversación más irrelevante.  Más tonta, tal vez.

Pero es que antes, siempre estábamos en el mismo ambiente. Teníamos las mismas conversaciones, porque estábamos en el mismo sitio, nos mirábamos y hasta podíamos tocarnos estirando una mano. Pensábamos parecido.  Porque nos rodeaba la misma luz, el mismo olor y la misma música, nos distraíamos con lo mismo o nos centrábamos en lo importante porque nos teníamos delante. Funcionábamos al mismo tiempo y en el mismo lugar.

Y es que ahora, tú estás hablando de una cosa y yo de otra, porque perdimos lo que nos rodea, y ahí perdimos un click. Perdimos la mitad de la conversación por el camino, porque ni estamos cerca ni podemos observarnos. Perdimos compartir algo más que un puñado de letras mal puestas y un par de muñecos que no dicen ni la mitad de lo que deberían. Pasamos de estar en la misma habitación a estar en habitaciones diferentes, ciudades diferentes o incluso países diferentes. Y pretendemos que comunicarnos a través de botoncitos sea lo mismo que hablar.


Cómo vamos a pensar lo mismo, a conectar igual, a hablar igual y a contarnos lo mismo, si yo acabo de pisar una mierda mientras lucho porque los dedos no se me congelen al mismo tiempo que cruzo un paso de peatones que ya está en rojo y tú acabas de terminar de ver una peli buenísima en el sofá con una manta al lado de una estufa.


Cómo vamos a pretender lo mismo cuando nos miramos a una pantalla y no a los ojos. 

2 comentarios:

  1. Buenísimo, sobre todo la frase final.
    Y toda la razón del mundo.

    ResponderEliminar
  2. Prometía ya sólo por el pedazo de título pero, madre mía, qué bien escribes y qué me gusta leerte.

    Y qué razón tienes.

    ResponderEliminar